La Federación Internacional de
Periodistas (FIP), publicó a finales del mes de diciembre su informe anual
sobre la profesión periodística en el mundo, donde destaca el dato de la
reducción del número de profesionales asesinados a lo largo de 2021 que llegó a
los 45, frente a los 65 del año anterior.
Estos periodistas muertos lo
fueron bien asesinados de manera selectiva, por fuego cruzado o como
consecuencia de bombardeos en zonas de guerra. Según la FIP, desde 1991 han sido
asesinados en todo el mundo 2.721 periodistas.
Por áreas geográficas, la de
Asia-Pacífico es la que destaca con 20 muertos, seguida por América con 10, África
8, Europa 6 y Oriente Medio 1.
Por su parte, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha señalado
que la impunidad de los crímenes cometidos contra periodistas sigue siendo muy
alta, porque el 87% de los asesinatos acaecidos desde 2006 está todavía sin resolver.
En este sentido, Audrey Azoulay, directora
general de la UNESCO, ha señalado que «una vez más, en 2021, demasiados
periodistas pagaron el precio máximo por sacar a la luz la verdad. El mundo
necesita más que nunca información independiente y objetiva. Debemos hacer más
para garantizar que quienes trabajan incansablemente para proporcionarla puedan
hacerlo sin miedo».
Un año más los periodistas han
sido asesinados para acallar sus denuncias de corrupción, las actuaciones del
crimen organizado, el abuso de poder o la violación de los derechos humanos.
Eran testigos incomodos que había que eliminar porque, hoy en día, ejercer el
periodismo de manera libre e independiente sigue siendo en muchos lugares del
mundo una profesión de alto riesgo.
El ejercicio del periodismo libre
es imprescindible para que los grandes poderes políticos, económicos o de cualquier
otra naturaleza no pisoteen los derechos y libertades de los ciudadanos. El
periodista independiente es el encargado de vigilarlos, fiscalizarlos y
criticarlos por lo que muchas veces esos poderes usan la fuerza o la violencia
para amedrentar a la prensa. Tributo que muchas veces los periodistas pagan con
su propia vida.