Su Majestad el Rey impone hoy
en una ceremonia en el Palacio Real de Madrid, el Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro a su hija y heredera Su Alteza Real Doña Leonor, Princesa de Asturias, de Gerona y de Viana, Duquesa de Montblanc, Condesa de Cervera y Señora
de Balaguer. El Toisón que recibirá la Princesa es el que perteneció a su
bisabuelo Don Juan de Borbón.
La Orden del Toisón de Oro fue
creada en 1430 por Felipe el Bueno, Duque de Borgoña, con motivo de su boda con
la Princesa Isabel de Portugal. Su entrada en la Monarquía Española se produjo
a través de Felipe el Hermoso y el Rey Emperador Carlos I que transmitieron la
soberanía de la Orden a la Corona de España, convirtiéndose así en la
condecoración más prestigiosa del mundo y la más importante que concede en
exclusiva el Rey de España como Jefe y Soberano de la Orden, mientras el
Gobierno se limita a conocer la decisión real y ordenar su publicación en el
Boletín Oficial del Estado como mero trámite administrativo.
La Orden recibe el nombre del
mítico vellocino de oro, cuya búsqueda llevó a cabo la figura mitológica de
Jasón que simboliza la prosperidad y el heroísmo, se materializa en un collar
de oro formado por eslabones en forma de “B” de Borgoña, entrelazadas y unidas
por piedras centelleantes inflamadas de fuego esmaltadas en azul y rematadas
por un carnero de oro, con una frase en latín que dice: Ante feriti, quam flamma micet (Golpea antes de que surja la
llama).
La condecoración no es
hereditaria ni transmisible. Cada ejemplar está numerado y debe ser devuelto a
la muerte de su titular, aunque algunos collares se han “perdido” según los
herederos de los galardonados. Así, por ejemplo, una de las perdidas más
sonadas fue el collar que el Rey Juan Carlos había entregado en 1985 al
Emperador de Japón, Akihito, que se extravió durante un vuelo entre Tokio y
Madrid, durante su escala en Moscú y del que nunca más se supo.
En sus orígenes, la entrada en
la Orden solo estaba permitida a los hombres que fueran miembros de la realeza
o la nobleza, siendo los méritos para poder acceder a la misma los de fiel
servidor de los débiles, la Iglesia y el Rey, mientras que en la actualidad es
un premio a la excelencia sin importar la condición ni religión del premiado,
sea noble o plebeyo.
La Orden del Toisón de Oro tiene
hoy otra cita con la Historia y el futuro en el Palacio Real de Madrid, más de 580
años después de su creación.