El sector de la alimentación y
bebidas es esencial no solo por su peso en la economía de nuestro país, sino
también por todo lo que se refiere al grado de confianza que despierta entre
los ciudadanos como consumidores que son, por cuanto se trata de un sector
relacionado de manera directa con la salud de las personas, pues hablamos ni
más ni menos que de alimentación, de la comida.
Una idea del peso de este
sector, son las cifras actualmente disponibles y correspondientes a 2016, año
en el que se alcanzó una producción total de 96.400 millones de euros y se
empleó a más de 480.000 personas, lo que supuso el 3% del Producto Interior
Bruto de España, por lo que por su importancia económica y social y la propia
naturaleza de su actividad, la industria española de la alimentación y bebidas es
muy sensible a potenciales situaciones de crisis, las cuales pueden afectar a
cualquier eslabón de la cadena alimentaria produciendo un efecto dominó en todo
el sector que, si no es adecuadamente gestionada, puede causar graves daños a
la imagen y reputación de este.
Los problemas del sector
pueden tener su origen en causas de diversa tipología consecuencia por ejemplo
de la libre circulación de mercancías, la fuerte competitividad dentro del
sector o la dispersión de competencias y/o descoordinación entre las distintas
administraciones, amenazas todas que pueden afectar en mayor o menor medida a
la imagen y reputación de las empresas pertenecientes a esta industria.
En este sentido, las empresas deben
trabajar en diferentes áreas como son la promoción de un consumo responsable,
la calidad, la autorregulación y la apuesta por la investigación, el desarrollo
y la innovación, para de este modo poder transmitir estas ideas y conceptos a
través de diversas acciones de comunicación y relaciones públicas, al mismo
tiempo que su presencia en la prensa servirá de colchón de reputación en las situaciones
de crisis que afecten a la marca, el producto, las ventas o la imagen de la
empresa en cuestión.
Una crisis en este sector
puede ser muy virulenta, ya que además de afectar a la salud de las personas
tiene otras implicaciones de carácter emocional de difícil gestión en momentos
donde su bienestar está en juego por algo tan básico y necesario como es la
alimentación, por lo que la compañía afectada debe estar preparada para las
reacciones de la opinión pública exigiendo información y responsabilidad y, por
tanto, debe evitar que se perciba ocultación de datos, falta de previsión o
descontrol en la manipulación o distribución de alimentos, etc.
¿Y cómo se puede evitar esto? Aplicando
cinco principios básicos para una adecuada gestión de la crisis alimentaria:
1º- Asumiendo que se pueden dar
múltiples circunstancias que provoquen una crisis en nuestra empresa o sector.
2º- Desarrollar programas previos
de comunicación y relaciones públicas para generar conocimiento, confianza y credibilidad.
Construir un colchón de reputación.
3º- Preparar y diseñar una
estrategia empresarial o sectorial en el caso de las patronales, para la
gestión de la comunicación en momentos de crisis.
4º- Ser conscientes de la
necesidad de poner en marcha un plan de gestión de la comunicación en momentos de
crisis, incorporándolo a los planes estratégicos y de gestión globales de la
compañía o la patronal.
5º- Preparar y entrenar al
personal responsable de gestionar la comunicación cuando la crisis se produzca.
Aplicando y desarrollando
estos principios, se podrá controlar el flujo informativo, evitar rumores,
prever los escenarios de la crisis, conectar con los afectados, mantener la
calma, tener capacidad para analizar objetivamente la situación, establecer
canales de comunicación con las autoridades, evitar la precipitación pero al
mismo tiempo actuar rápidamente para minimizar los daños, ocupar nuestro
espacio informativo en los medios de comunicación, ganar tiempo y preparar
argumentos y mensajes.
Solo así será posible hacer
frente a crisis en un ámbito como el de la alimentación, que como decíamos antes,
tiene además un fuerte componente emocional por tratarse de algo tan íntimo y
personal como es la comida, pues el comer es algo más que una necesidad, es
también un rito, una ceremonia y un acto social.