
Así por ejemplo, nos encontramos con que un
portavoz del PP invita al PSOE a expulsar a sus afiliados por lucir la bandera
de la II República, en respuesta a las mismas peticiones de responsables del
principal partido de la Oposición por la exhibición según ellos de banderas
“preconstitucionales” o “anticonstitucionales” es decir, con el águila de San
Juan, por parte de militantes del partido del Gobierno.
Pues bien, respecto a ésta última, la historia
es clara les guste o no a políticos o periodistas. La bandera española con el
águila de San Juan de los Reyes Católicos, aunque con alguna modificación
añadida por el régimen franquista es cualquier cosa menos “preconstitucional” o
“anticonstitucional”.
Es un error calificarla de ese modo, cuando
esa bandera es la reconocida como la de España por el Artículo 4.1 de la
Constitución, norma fundamental que precisamente en su ejemplar original de1978 sancionado por Su Majestad el Rey, lleva grabado ese escudo, también
conocido por algunos de manera peyorativa como “el pollo”, precisamente por
desconocimiento y prejuicios ideológicos.
Este documento, expuesto en el Congreso delos Diputados luce esas armas nacionales que estuvieron vigentes en nuestro
país desde el Decreto del 2 de febrero de 1938, firmado por Franco y con
modificaciones posteriores como la del 12 de octubre de 1945, hasta el Real Decreto
2.964, de 18 de diciembre de 1981. Es decir, tres años después de entrar en
vigor la Constitución y, por tanto, plenamente constitucionales, aunque hayan
sido sustituidas por las actuales que están basadas en las que se idearon para
el Gobierno Provisional de 1868.
La bandera de España con el águila de San
Juan no puede calificarse en ningún caso ni de “preconstitucional”, pues fue la
oficial antes y después de la aprobación de la Constitución de 1978, ni mucho
menos de “anticonstitucional” pues carecería de toda lógica que la Ley
Fundamental luciera un escudo y recogiera una bandera que fueran contrarios a
esa misma ley, pero la corrección política o más bien la estupidez de lo
políticamente correcto lleva a unos por prejuicios ideológicos y muchos por
seguidismo y desconocimiento, a denominar con esos calificativos equivocados
una bandera y un escudo por haber estado vigentes durante el Franquismo, como
si la bandera roja y gualda y el escudo del águila de San Juan hubieran tenido
su origen en ese periodo histórico, como si los Reyes Católicos, Carlos III o
el Real Decreto del 28 de mayo de 1785 no hubieran existido.
En cambio, sí serían claramente
anticonstitucionales la bandera tricolor republicana y su escudo, la bandera
comunista de la hoz y el martillo, lo mismo que la bandera falangista del yugo
y las flechas entre otras, pues representan ideologías y regímenes totalitarios
contrarios a lo que establece nuestra Constitución, que por ejemplo en su
Artículo 1.3 establece la Monarquía Parlamentaria como forma política del
Estado, lo que es totalmente contrario a lo que simboliza y significa la
bandera tricolor, aunque decir esto y subrayar lo obvio, sea anatema y
políticamente incorrecto.
Todo ello sin mencionar el Preámbulo de
nuestra Carta Magna que habla del “Estado de derecho”, de “establecer una
sociedad democrática avanzada” o de querer “la justicia, la libertad y la
seguridad” para todos los españoles. Conceptos todos contrarios a lo que
representan y significan históricamente banderas como la comunista o la
falangista, claramente en este sentido anticonstitucionales, aunque la doble
moral, la falacia y repetimos, la estupidez de lo políticamente correcto, siga otorgándole
a la primera y otras afines, unos supuestos valores morales, éticos y democráticos,
mientras a las ideológicamente contrarias, pero con el misma inspiración
totalitaria, las condena al ostracismo, incluyendo entre éstas injustamente, a
la bandera roja y gualda con el águila de San Juan.
Es hora de que los responsables políticos dejen
de tergiversar la historia en lo que a las banderas se refiere y los periodistas
y medios de comunicación de hacerles el juego, evitando así que las nuevas
generaciones persistan en los errores de sus mayores y en el desconocimiento de
la historia tal y como fue.